jueves, 25 de septiembre de 2014

BONDADOSA. Juan Josè Bocaranda E



BONDADOSA
Juan Josè Bocaranda E

Estrenò el nombre cuando Dios ungió los nombres el dìa de la Creaciòn…Porque la satura el bien con sus esencias: buena en el pensar, buena en el decir,  buena en el obrar.

¡Allí viene Bondadosa! – gritan alegres los ecos de la casa, desde que amanecen sus  caminos. Y gritan también, con saltos de contento, las aves y los jardines.

¡Va pasando Bondadosa¡- alertan los vecinos, y todos salen a ventanas y puertas, saludándola con sus pañuelos y gorras, como cuando pasa el sol .

 “!Bondadosa, Bondadosa, danos un poco de tu bien¡”- gritan los niños, deteniendo la carrera de sus juegos y apresuràndose a su encuentro. Reparte entre todos, caramelos y panes del bien, de su cesta de mimbre siempre llena, donde el amor se reproduce y multiplica,  a la luz calurosa de sus manos. Y ella, con ese su aire especial, mezcla de mansedumbre, desprendimiento, amor y dignidad.

Va pasando. Y, sonriente, entrega a los caminantes, rosas, crisantemos y claveles, dalias, hortensias y begonias. Y muchos perfumes.

Lanza al viento los girasoles cultivados en sus predios,  y con gracia de maga los hace girar para que girando esparzan las semillas del bien, multiplicadas en luz como luciérnagas.

Y el bien, desmenuzado en mariposas, se queda ondeando en el aire unos instantes, hasta que cada mariposa vuela a su destino, llevando besos del bien, como Bondadosa desea.

¡Es dulce y hermosa! ¡Y atrae el bien, el amor y la paz! ¡Y la buena suerte, porque es una mabruzca natural!.- dicen  quienes la ven pasar con donaire y dignidad.


¡Bondadosa, Bondadosa! ¡Si lo sabré yo!

viernes, 19 de septiembre de 2014

ATRACOS Y DESATRACOS. Juan Josè Bocaranda E




ATRACOS Y DESATRACOS
Juan Josè Bocaranda E

Bajo la amenaza de una pistola,  la muchacha entrega al delincuente el dinero, el reloj, los anillos y los pendientes, y cuando vè còmo el sujeto se aleja,  le grita:

 -¡Ey! Pero, ¿què pasa? ¿Se va a marchar sin violarme?

El sujeto le responde que no tiene tiempo “para eso”.

Ella queda aplastada por un Etna de profundos complejos y se somete a un desfile de psicólogos, con  la síntesis de su  problema: “es una mujer tan poco atractiva,  que ni siquiera removió la libido de un ladròn de caminos”.


Comenzò a sentir cierto alivio a partir del dìa en que inaugurò un programa de televisión dirigido a que las mujeres se protejan de los des-atracadores.

martes, 16 de septiembre de 2014

SANTO REMEDIO. Juan Josè Bocaranda E




SANTO REMEDIO
Juan Josè Bocaranda E.

Nadie sabia por què  Rosa  las tomaba por visitar a su hija Hercilia en horas del medio dia, justamente cuando el sol martillaba su yunque con màs fuerza.
Desde el Parque Central, sumando sudores, recorrìa unas cuantas calles a grandes zancadas, con su silueta alta y gordinflona.
Cuando hacìa aquel recorrido, parecìa no sentir el sol ni la fatiga, sumida en sus pensamientos, siempre los mismos y siempre “negros”.
¡Ah! ¡Maldita sea! Tener que llevarle el almuerzo a su hija y a sus cuatro muchachos sòlo para que en realidad se lo engulla el sinvergüenza del Alejandro, que no hace sino engordar y maltratar, y quien jamàs ha trabajado en sus cuarenta y cinco años de mala vida…Còmo ella y su esposo, ya fallecido, habían tenido que comprarles todo, todo, para el hogar, desde los muebles de dormitorio hasta el comedor y la vajilla y los cubiertos…
Lo peor de lo peor: Hercilia parecía un cargamento de moretones, maltrecha  por causa de las palizas frecuentes que “el malentretenido” le asentaba aun en presencia de los niños. Y pensar que tenía miedo de denunciarlo. Era capaz de matarla y de inventar, (como el “cuentista” frustrado que había sido), una patraña donde èl resultarìa la vìctima de “una mujer ofensiva y grosera”, de cuya  ira  “había tenido que defenderse para que no lo asesinara…etc…etc…”
¡Maldito! ¡Pero, vas a ver...!-  repitió mil veces para sus adentros, mientras asìa con màs fuerza la bolsa donde llevaba el almuerzo…
Esa tarde llegó con una noticia: la tìa Luisa estaba enferma y debían ir a visitarla, “pero ya”… Como Alejandro "jamàs estaba para cuidar muchachos”, los llevarìan con ellas.
El almuerzo quedó, humeante y atractivo, sobre la mesa del comedor. Seguramente Alejandro lo devorarìa a todo dar, como siempre.
Regresaron horas màs tarde. Alejandrò yacìa de bruces, entre la nevera y la mesa del comedor. Algunas moscas circulaban sobre su cabeza. De la boca entreabierta se escapaba un chorro verdinegro y viscoso. Ya comenzaba a despedir el hedor caracterìstico de los muertos, en “la Ciudad-horno”, donde la muerte cuece  su pan apresuradamente.

Cuando Rosa medio-viò el cadáver, no pudo evitar una sonrisa que se le arrinconò en la comisura izquierda de los labios…Santo remedio- pensó…

domingo, 14 de septiembre de 2014

DERECHO DECORADO. Juan Josè Bocaranda E


                                                           Justicia Flatulenta

DERECHO DECORADO
Juan Josè Bocaranda E

En plena clase, la estudiante E.S. improvisa el “trabajo” ordenado por el profesor de Derecho Laboral, que entregarà dentro de diez minutos. Para ello hace una mala copia, en una página,  del trabajo elaborado a màquina por su compañero J.E. Traza una portada con el título del trabajo, su nombre y apellido y la fecha, enmarcàndolo todo entre flores de diversos colores. Es maestra y por casualidad lleva en la cartera una caja de creyones.
Apenas llega a su fin la clase, ambos alumnos van a entregar sus respectivos escritos. Fruncio Capriles,  profesor y juez, recibe el de la alumna y dice: ¡Què flores tan hermosas! Y sin tan siquiera hojear el escrito, le asigna 16 puntos “porque las flores están muy bonitas”.
El alumno ha elaborado un escrito de 12 pàginas, bien estructurado y con la debida bibliografía. Capriles lo recibe y, sin leer ni una sola línea,  le asigna 11 puntos.
Un anticipo de la justicia que el alumno hallarà en los tribunales…¡No era para convertirse desde entonces en un rebelde empedernido?




lunes, 8 de septiembre de 2014

MUCHO MÀS ALLÀ DE LA PUERTA. Juan Josè Bocaranda E



LA PUERTA

HAY UNA PUERTA POR LA CUAL ENTRA, NO EL QUE QUIERE, SINO EL QUE PUEDE...


MUCHO MÀS ALLÀ DE LA PUERTA
Juan Josè Bocaranda E

Una tarde dijo el Maestro a sus discìpulos:
-Nadie, salvo  el propio Dios, puede conocer los designios de Dios.
Un abogado fue nombrado juez de un humilde municipio de provincia, cuyo nombre oficial era "La Puerta". Sus enemigos gratuitos, que eran numerosos, lanzaron y mantuvieron una especie de consigna, de vaticinio, de miserable deseo de fracaso y humillaciòn, diciendo por doquier:
-XX jamàs pasarà de la puerta.
Pocos años despuès, por cuestiones del destino, XX pasò a ejercer cargos docentes y judiciales de alto nivel, hasta que se jubilò, porque quiso y cuando quiso. No sòlo "pasò de la puerta", sino que tambièn tomò asiento en la sala y fue al comedor, donde pudo degustar los mejores platos de la casa, hasta que se hartò. Mientras tanto, sus enemigos fueron cayendo como hojas secas y murieron sin haber logrado "pasar de la puerta". Nadie, salvo el propio Dios, puede conocer los designios de Dios.
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lunes, 1 de septiembre de 2014

EL VISITANTE OSCURO. Juan Josè Bocaranda E


VENTANA PARA SACAR CUENTAS



EL VISITANTE OSCURO
Juan José Bocaranda E

El Maestro les dijo aquella mañana:

Un hombre  daba por supuesto que el ser humano viene a este mundo, casi exclusivamente, a satisfacer las apetencias de los sentidos físicos. En esencia, todo era para èl sexo y comida.

-Cuando uno se muere, desaparece totalmente, como los perros. Por eso aprovecho la vida. Lo mìo son las mujeres, el aguardiente y una buena chuleta- solìa repetir, jactándose de ello. Por supuesto, dejaba implícito en esta lista el tabaco y  las drogas, y el hecho de sojuzgar,  maltratar y explotar a los demás, con injusticia evidente. Tambièn, el imponer su voluntad a toda costa, sobre la razón, la justicia y la verdad, recurriendo a la calumnia, al dolo, a la usura, a la avaricia y al enriquecimiento a expensas de los demás.

Sin embargo, a pesar de su aparente valentía, de su jactancia y desparpajo, ocultaba un sordo temor a la muerte. Algo le murmuraba en su interior  que tendría que rendir cuentas en la hora menos pensada, cuando se le abriría la puerta hacia la màs espesa oscuridad.

Una madrugada sintió que esta puerta hacia lo negro chirriaba en sus goznes y que traspasaba el umbral un jinete muy feo cabalgando un corcel negro, tan negro, que sòlo se podía mirar el candeleo de sus ojos y el vaho que se le escapaba por las narices.

Entonces temblò y temblò como la hoja de un árbol. Iba a morir, mas no tan rápidamente como hubiese deseado. No. Porque sus inclinaciones perversas, el peso de sus vicios y la maldad que le envolvía, le amarraban a la Tierra, evitando que se liberase. Eran los “apegos”. Las cadenas invisibles que atan al alma a este mundo, y que le impiden ascender en el proceso de morir, forzándola  a permanecer en el nivel material,  aunque sin cuerpo físico, lo que le causa muy grave sufrimiento, porque queda atrapada en el astral, en permanente, inútil y desesperada búsqueda de  satisfacer las adicciones. 

¡Y qué no decir –prosiguiò el Maestro- de los comerciantes que muestran ser voraces, injustos y abominables! Ellos también forman filas en este grupo de la muerte negra. Cuando se les acerca “el jinete fiero”, tiemblan, se aferran a esta vida, no quieren desapegarse de sus riquezas mal habidas, y padecen graves remordimientos al borde del abismo, por lo que les espera abajo. Se les viene encima todo el cúmulo de deudas morales que contrajeron con otros comerciantes, a quienes desearon el mal por motivos de competencia, y las que se han creado como consecuencia de los abusos perpetrados contra los clientes, a cuyas expensas se enriquecieron, nada de lo cual se llevarán con ellos, pues tendrán que presentarse desnudos ante el duro Juez del más allá…

Cada quien, con su forma de vivir, escoge la forma de morir. La muerte del hombre  será tanto más apacible, cuanto mayor cúmulo de armonía haya cosechado en el curso de la vida- dijo el Maestro para concluir.

Todos quedaron sumidos en profundas reflexiones, como si cada quien estuviese sacando cuentas…