domingo, 12 de enero de 2014




                                    Delirio de grandeza


EL HOMBRE QUE SE CREÌA TODOPODEROSO

     Juan Josè Bocaranda E

Vistiendo ropas estrafalarias y coronado por un sombrero descomunal, que parecía un ave negra presta a lanzarse en vuelo, un hombre llegó a un pueblo despertando el amanecer con ruidos de potes, tambores y cornetas.

Alarmados, todos los habitantes salieron a la calle y lo rodearon en la plaza, dispuestos a escucharle, no sin miedo.

Con grandes voces, dijo:

- “Ha sido revelado mi destino. Mi nombre, al pasar los días, se asociarà con algo portentoso y tremendo: con el recuerdo de una crisis como la que jamàs ha tenido lugar sobre la Tierra. Serà la màs alta colisión de las consciencias.

Debido a la fuerza de mi pensamiento habrá disensiones y enfrenamientos a sangre y fuego en toda la Tierra.

No soy un hombre: soy dinamita”…

Las personas se miraban entre sì, como preguntando quièn era èse que había irrumpido sin invitación y que hablaba como si fuese un viejo conocido. Pero èl, proseguía, como un demente:

-“El ansia de poder todo lo justifica…Si hubiera dioses, yo sería uno de ellos.

En otros tiempos el crimen contra Dios era el mayor pecado. Pero Dios ha muerto y con èl han fenecido tales delitos…

Soy el primer inmoralista, y digo que debe implantarse para siempre la moral de la gente importante. Hay que eliminar del universo y borrar de las conciencias las nociones de piedad, amor y compasiòn.

Los hombres superiores deberán declarar la guerra contra la gente corriente e insignificante como ustedes”.

Y, como alguien que tuviese quemada el alma por la locura y obnubilado el seso por la sed de omnipotencia y  el delirio de grandeza, se desatò en un largo discurso en pro de la discriminación, de la guerra, de la masacre, del dolor, del exterminio. Y gritò, gritò y gritò durante horas, hasta que perdió la voz y cayò al suelo sin conocimiento.

Quienes se acercaron vieron con horror còmo de su cuerpo le escapaban por todos los orificios, y en especial por los oìdos, la boca y la nariz, gusanos asquerosos y repulsivos.

Huyeron horrrizados.

Los bomberos lo llevaron al hospital màs cercano, donde pudo establecerse que padecía de sífilis y que  las espiroquetas sifilíticas le estaban comiendo el cerebro.
Trasladado a un instituto científico, los sabiondos estuvieron en condiciones de declarar a la prensa:

-El paciente había pasado por cada una de las tres etapas de la sífilis: el chancro de la sífilis primaria; la fiebre y dolor de la sífilis secundaria, y la temida tercera fase: la paresia”.

Tiempo atrás –explicaron- había estado en una situaciòn de locura incoherente; pasaba la mayor parte del tiempo agazapado por cualquier rincón y se bebía su propia orina. Estuvo internado en varias clìnicas…La sífilis terciaria le había eliminado la inhibición a medida que se iban destruyendo los tejidos cerebrales, hasta convertirlo en un psicòpata.

Cuando los habitantes del pueblo se enteraron de lo sucedido, creyeron notar que al político màs locuaz del lugar le recorrìan por las orejas ciertos gusanos que se alebrestaban sobre todo en tiempos de campaña electoral.

Tambièn creyeron verlos desfilar por las orejas del abogado del pueblo y hasta en las del director del Hospital, y en las de…y en en las de…y en las de…


jueves, 2 de enero de 2014

LA CANCIÒN DEL AGUA. Juan Josè Bocaranda E

LA CANCIÒN DEL AGUA

       Juan Josè Bocaranda E




     Bondadosa colaboración implícita de Kagaya Yutaka


“Cuando el sol es blanco todavía, un anciano cruza el bosque donde tiene ubicada su casa. Los árboles lo bañan del rocío que han recogido durante la noche, vertiendo sobre él las bendiciones que los espíritus de la naturaleza destinan únicamente a las personas de buen corazón.

El anciano se siente complacido, alegre y lleno de fuerza para continuar la marcha. Finalmente,  después de cierto tiempo, desemboca frente a una hermosa cascada que se precipita sobre un pozo, formando con éste una especie de mundo aparte,  donde la luz parece deleitarse en el juego de crear cambiantes combinaciones de colores, en una ensoñación que nada tiene que ver con este mundo denso y burdo.

Se detiene a la orilla del pozo, frente a la cascada, se recoge sobre sí mismo y se aboca a rezar la oración matinal de agua.

El mismo rito, con las mismas actitudes de recogimiento, quietud y paz, está siendo  repetido, simultáneamente, por otros maestros, en diferentes lugares apacibles del globo, para elevar la Oración del Agua. Son como antenas de luz que tienen la misión de enviar mensajes de armonía y paz a las aguas,  para que las “guedejas líquidas de Dios”  los rieguen a través de todas las redes acuáticas del mundo, y sostener, así, la vibración de la Tierra, que, de no ser por este recurso, hubiese perecido desde hace mucho tiempo.

Los ancianos rezan la Oración del Agua  para lograr cristalizaciones simétricas, y lo hacen mediante bellas canciones y frases hermosas de amor, amabilidad y gratitud. También entonan canciones religiosas, cantos gregorianos o melodías clásicas”.

Un niño que escucha de su abuela este relato, recibe una inspiración: decide cantarle al agua fraseos aparentemente sin sentido, jitanjáforas salidas del alma al impulso de bellos sentimientos, para que el agua, receptiva, acoja en sus cristales los mensajes de amor, vibrando de armonía y retornando el gozo en salud,  para las personas y  para la Tierra.

E imaginando todas las cascadas del mundo frente a èl, canta con el corazón, con el tono de una invocación, de un ruego, de un llamado a la virtud del agua sensitiva:

Salti landa
salti sinda,
casca salda
salda diva,
dane ale
dane vila,
uni fila
fila dai,
fila dai.
...........


Se imagina al agua hirviente de emoción, agitando el cortinaje de sus hermosas cascadas de luz, e invita a la abuela a cantarle al agua  todos los días, al amanecer.


Ahora están hablando de la idea de valerse de Internet para invitar a todos los niños y a todas las abuelas del Mundo, a cantar la Oración del Agua, todos los días, cuando inicia su jornada el sol.