LA NARIZ PRIVILEGIADA
Juan Josè Bocaranda E
Fue a los diecisiete
años cuando por fin comenzó a respirar. A respirar por la nariz. Un defecto
congénito lo forzaba hacerlo por la boca, con las consecuencias negativas
que ello supone. Lo habìa debilitado al punto de ser “el alfeñique del barrio”,
como lo tildaba entre sorna y cariño nada menos que Charles Atlas, quien por
entonces iniciaba sus tensiones dinàmicas.
Tan solo despuès de una insistencia
infinita de los especialistas, los padres accedieron a que fuera operado, aun
cuando la quirùrgica no seria fácil debido a las implicaciones de un labio leporino
persistente, que le venìa como herencia de sus bisabuelos paternos, primos hermanos
entre sì, e hijos, a su vez de padres afectados por la misma anomalía.
La operación fue
llevada a cabo por un equipo de
profesionales bajo la dirección del doctor Fañio Fañoso, otorrino de renombre
egresado de la Universidad de Brigdditon, “la Meca de las operaciones
fantásticas”.
La recuperación estuvo llena de dificultades incrementadas
por la circunstancia de que se trataba del primer caso de intervención
quirúrgica de tan rara enfermedad. Pero, màs dificultosa aun fue la adaptación,
a pesar de las terapias, porque èl había
estado acostumbrado, durante diecisiete años, a respirar por otra vìa, por lo
que le dominaba la tendencia a mantenerse en lo que ya era un hàbito
inveterado. Por esta razón lo amordazaron durante varios meses, suministrándole
alimentos a través de un canuto.
Tampoco fueron
felices los muchachos del barrio, porque tuvieron que buscar a otra vìctima
para descargar su malsana costumbre de divertirse a costa de los demás. En esos
tiempos no se había difundido el consumo de drogas ni existìan en el volumen
actual aquellos medios a los que suele recurrir la juventud de hoy para entretenerse
perdiendo el tiempo y hundièndose en el
pantano.
Pero, dicen que Dios
ayuda a los afligidos y que hasta los premia en forma sorpresiva: fue adquiriendo
progresivamente maravillosas dotes de sabueso. Las descubrió una mañana cuando
“le oliò a apiacea quemada”. Segùn se
pudo averiguar ese mismo dìa, los bomberos habían tenido que extinguir un
incendio desatado a quince manzanas de distancia del edificio donde èl vivía
con sus padres. El fuego se debió a un largo circuito, en una distribuidora de cilantro, que suplìa a
los mejores restaurantes de la ciudad.
Reforzò el
convencimiento de que poseìa tan portentosas facultades una tarde cuando
olisqueò a la novia: ¿Quièn es ese hombre de color, de 1.76 de estatura, hijo de africanos recién
llegados al país, que suele ingerir grandes cantidades de jamòn moyano con vino
tinto, y a quien tù conoces sin dármelo a conocer? Mientras yo estaba en mi casa,
te besò ayer a las 4.33 de la tarde, después de ingerir un “perro caliente” con
bechamel de mantequilla y cebollas de Ucrania, en el restaurant Hulaquehula, en
el centro comercial Honolulu. No lo
niegues. ¿Por què se lo permitiste?
La muchacha quedó
turulata y despedida…
Otro hecho
significativo tuvo lugar en el colegio, donde pudo señalar con precisión
absoluta al estudiante que le había robado a un profesor un yesquero importado
de Francia y que usaba bencina turca y mechas suecas.
Tambièn colaborò con
la policía identificando por las emanaciones corporales a un asesino en serie,
cuando los siete crìmenes perpetrados por ese abominable hombre de las nieves estaban
a punto de quedar impunes.
Sin embargo, no todo
fueron plácemes con la policía. Un agente lo atropellò frente a la casa de sus
padres porque estaba regando el césped con una manguera que soltaba chorritos
no presupuestados por el Concejo Municipal. Cuando el joven le reclamò, pretendió
dispararle sin motivo. Pero, èl “lo desarmò” ante los demás policías cuando le dijo:
-En lugar de
maltratar a la gente honesta, procure cambiarse con frecuencia los calcetines.
Los que està usando tienen tres semanas prestándole servicio sin descanso, dìa
y noche, y ya están que caminan solos soltando vapores. Dìgale a su mujer que
le haga el favor de lavárselos…
El agresor tuvo que
retirarse debido a las bromas que comenzaron a gastarle los colegas…Jamàs se
olvidò del incidente, pues en el gremio le aplicaron el desagradable remoquete
de “Pekuekas”, y con ello se quedó mucho màs allà del retiro...
Y cayò –tenìa que
caer- como por obra de la naturaleza, en la “Escuela de detectives Sherlock Holmes”,
ubicada en la Avenida del Parque. Asì naciò el mas grande detective de Amèrica,
Dick Tracy, cuya “nariz en joroba” fue adoptada
como símbolo profesional de sus colegas, en todo el planeta.
Por cierto, la proyección
psicológica del símbolo fue de tal magnitud, que en la actualidad no hay
detective que no pretenda meter las narices en todas partes y en cualquier
lugar. Sin embargo, para que el “sabuesismo” sea pleno, todos los detectives de
la escuela moderna deben someterse, en los siete años de estudio, a un proceso de
alargamiento de las orejas porque esto les permite recoger intactas las
partículas del suelo. Dicen que el creador
de la tira, Chester Gould, jamàs fotografìò a Dick sin sombrero, para ocultarle
los orejones.
Cuando los detectives
pasan a retiro, se les entrega, además del clásico reloj de oro y las pistolas
nacaradas, una “nariz en joroba”, de oro y plata, que conservan con orgullo,
pues no podría ser menos. Finalmente, para que no se aburran en una jubilación
ociosa, se les contrata como catadores de perfumes u olisqueadores de vinos,
flores o cafès. Y todo ello, gracias a mi bisabuelo, a quien se debe esa
reivindicaciòn. No lo olviden…
Escribe:
Pepe Tracy, bisnieto
español de “Gran Sabueso”.