Trina
Juan José Bocaranda E
Cincuenta
y siete años al servicio gratuito de la familia del frente. Y ni un solo
cariñito de humanidad durante tanto tiempo. Viejita, delgadita, humilde,
fruncidita. La llamo, viene y nos vamos a la tienda de la esquina donde nos
tomamos dos batidos de mango. La satisfacción le baila en los labios y la
gratitud le titila en los ojos. Y llora.
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